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Entrevista a la doctora chilena Constanza Urízar – “La experiencia clínica cotidiana nos muestra la eficacia de la terapia cannábica”

Entrevista a la doctora chilena Constanza Urízar – “La experiencia clínica cotidiana nos muestra la eficacia de la terapia cannábica”

Por: Fundacion Daya Activismo

Constanza del Pilar Urízar Sánchez tiene 32 años y es Médico Cirujana de la Universidad de Antofagasta, en Chile.

Con un Diplomado en Medicina Integral del Adolescente en la Universidad de Chile, tiene una experiencia de 6 años en salud pública, a cargo del programa de salud mental en el Centro de Salud Familiar de Calama (1.500 kilómetros al norte de Santiago de Chile), institución en la cual ejerció de subdirectora durante tres años.

F.D.– ¿Para qué patologías, dentro de tu área, están comprobados los beneficios del cannabis?

C. U.- Principalmente en manejo del dolor. Por ejemplo la artrosis, su uso en pacientes que la padecen tiene muy buenos resultados.

Y algo que no es específicamente de mi área, pero en lo que he visto resultados increíbles con Cannabis Medicinal, es en el manejo de la epilepsia. Es clara la eficacia de la terapia cannábica, tanto en el control de las crisis, como en el despertar cognitivo, mejorando el manejo de la interacción social de los pacientes con esta patología.

F. D.- Profesionalmente hablando, ¿qué caso te ha impactado o impresionado más?

C. U.- ¡Casos de epilepsia refractaria! Los pacientes que llegan a Fundación Daya lo hacen con un historial clínico extenso en el cual se han intentado distintas terapias, unas más invasivas que otras, y ninguna con los efectos que se han tenido con la terapia cannábica.

Hemos visto pacientes que llegan con 16 a 20 crisis al día, algunos muchas más, y que en un período de dos o tres semanas con terapia cannábica pasan a tener no más de dos crisis a la semana. Esto es lo que más me ha impactado.

F. D. – ¿Cómo mezclas la medicina tradicional con la medicina más natural?

C. U.- Yo creo que nunca se deberían haber separado.

Hoy día tenemos pacientes que están en contacto con todo, que consumen medicamentos tradicionales y también medicina alternativa. Es un mismo paciente y tenemos que darle respuestas desde el punto de vista integral.

Para mí, un enfoque biopsicosocial involucra las creencias del pacientes y lo que eso puede influir en su tratamiento.

F. D.– ¿Cómo fue tu cambio profesional entre el antes y después de conocer los beneficios del cannabis medicinal?

C. U.- Fue un despertar. En la universidad siempre te hablan de los riesgos y contras, pero nunca de los beneficios. Cuando empezó a llegar esta información sobre lo que se estaba investigando, lo tomé con un ojo científico y abierto, y me di cuenta que es un mundo que no se conoce, que estamos recién viendo la punta del iceberg y quizás cuanta información más hay, a la que, por distintas razones, aún no se ha podido acceder, y que permitirán el alivio a muchas patologías que en este momento no están siendo abordadas.

F. D. ¿Qué le dirías a tus colegas que aún viven con el tabú del cannabis?

C. U.- Que no se olviden que los médicos de base somos científicos, que estamos destinados a buscar la solución de las problemáticas de salud de nuestros pacientes, independiente de cual sea esa solución.

Si a mí me dicen que la solución está dada en base a una planta, o en base a un ritual o en base a un medicamento, es mi deber investigar y saber si efectivamente esta solución va a dar alivio a la problemática del paciente. Tengo que estudiarlo.

No me pudo quedar con la medicina que enseñaron en la universidad hace 20 ó 30 años, siendo que las problemáticas de salud han cambiado. Tengo que ir evolucionando a medida que van evolucionando las problemáticas de salud, y esa es la invitación a mis colegas, que no se queden estancados sólo con el conocimiento que ya se tiene.

Cuando uno se embarca en esta área de salud, es un incremento de conocimiento continuo. Hay que aprender a trabajar en base a los nuevos conocimientos.

F. D.- ¿Cuáles serían los grandes cambios en cuanto a cannabis medicinal si comparamos lo que tenemos hoy y lo que había hace 5 años?

C. U.- El principal cambio es que el tema está sobre la mesa. Hace 5 años hablar sobre cannabis medicinal no tenía sentido; te tildaban de drogadicto o como alguien que está incentivando la drogadicción.

El gran cambio es que el tema se discute y se puede empezar a analizar la evidencia que existe desde hace muchos años, y avanzar en generar la que falta aún. Por ejemplo, la experiencia de Israel existe  desde hace 40 ó 50 años atrás, pero estaba circunscrita a un círculo muy reducido de personas.

 F. D.- En muchos países, ven a Chile a la vanguardia en materia de cannabis medicinal. ¿Por qué crees tú que se da?

C. U.- El hecho que nosotros podamos enriquecernos con el testimonio de nuestros pacientes, creo que nos pone a la vanguardia, pero estamos deficitarios en la investigación; se han puesto un montón de barreras para que los proyectos investigativos se puedan llevar a cabo, pero se van a llevar a cabo igual, y eso es lo que va a sorprender aún más, porque no sólo vamos a tener la experiencia en laboratorio, sino también en vivo, en los pacientes.

Llevar la medicina cannábica y la evidencia científica al día a día, al box médico, eso nos lleva a la vanguardia.

La práctica clínica es lo que tenemos más avanzado respecto a otros países. Otros países quizás nos aventajan en investigación y nosotros tenemos mayor práctica en la experiencia clínica, en el contacto continuo con el paciente y su tratamiento cannábico.

F.D. – ¿Qué beneficios encuentras que existe en autocultivar tu propia medicina?

C. U.- En primer lugar el costo. Estamos claros que todo los preparados y productos comerciales farmacéuticos están estandarizados, todo es más medible; es un beneficio de los productos farmacológicos. Pero ese mismo producto farmacológico, cuando se inserta en el mercado, tiene un costo altísimo, por lo que solo un grupo reducido de personas puede acceder. En cambio, mantener el autocultivo permite socializar esta terapia.

Hay que regular el acceso a estas terapias y que no sólo sea factible para quienes puedan pagar.

Por otro lado, el solo proceso de cultivar la planta ya es un beneficio terapéutico. Existen adultos mayores que se sienten solos, que están enfermos, y no hablan el mismo idioma con las generaciones actuales. Es súper lindo que una abuelita con dolores crónicos ahora puede tener un punto de interés en común con un nieto que le ayude a cultivar, convirtiéndose en  una enseñanza mutua: yo te enseño de la vida y tú me enseñas a cultivar.

Activar redes de apoyo ya es una terapia en sí y el autocultivo es una herramienta.

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