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La telaraña de Charlotte

La telaraña de Charlotte

Por: Laura Rueda Activismo

Muchos padres administran a sus hijos CBD atemorizados por si se topan con las autoridades, pero tranquilos porque saben que el medicamento está surtiendo un efecto positivo en su salud. Los padres de Charlotte Figi fueron pioneros en enfrentarse a esta ambigua sensación y el caso de esta niña hizo ver al mundo los beneficios de la marihuana terapéutica.

En 2013 una niña de 6 años dio una vuelta de tuerca al estigma negativo imperante en la sociedad sobre la utilización de marihuana medicinal en menores para aliviar dolencias. El caso de esta menor era muy extremo. Charlotte Figi sufría hasta 300 ataques epilépticos a la semana por padecer el síndrome de Dravet, un tipo especial de epilepsia que se caracteriza por ser muy agresivo.

Charlotte nació en 2006 y no lo hizo sola, vino a este mundo con su gemela, Chase. Todo pintaba normal cuando las hermanas comenzaron a crecer, parecía que ambas estaban teniendo el mismo desarrollo cognitivo y físico, hasta que Charlotte empezó a tener espasmos. Sus padres la llevaron al hospital, donde le practicaron incontables pruebas. Ninguna daba un resultado fuera de lo común, hasta que un médico la diagnosticó con el síndrome de Dravet o epilepsia mioclónica infantil. Esta enfermedad, que carece de tratamiento, se desarrolla en el menor antes de que cumpla un año de edad. Lo peor llega durante el segundo año, ya que estos ataques y espasmos llegan a prolongarse durante más de 30 minutos.

La telaraña de Charlotte

Matt y Paige, los padres de Charlotte, lo habían probado todo. Pese a administrarle un sinfín de medicamentos, los ataques continuaban y la vida de su hija iba mermando poco a poco. Charlotte no podía hacer nada, ni hablar, ni andar, ni comer por ella misma. Incluso su corazón se había parado varias veces. Los médicos les sugirieron provocarle un coma inducido para que descansara. No se podía hacer nada más. Matt y Paige estaban a punto de abandonar la lucha al ver sufrir demasiado a su hija e incluso firmaron una consentimiento para que no la resucitaran del coma. Fue en ese momento cuando descubrieron, a través de un vídeo en internet, a un niño con la misma enfermedad de Charlotte, que estaba tomando aceite de cannabidiol, un derivado del cannabis medicinal. Decidieron probarlo como última solución.

El cambio fue inmediato, Charlotte comenzó a estar mejor. Con solo dos dosis diarias de aceite de cannabis (que contiene una dosis muy baja de thc y una alta de CBD) los ataques de la niña se redujeron de 300 a 3 a la semana. Los padres de Charlotte consiguieron el apoyo de la doctora Margaret Gedde, que firmó el tratamiento cannábico para la menor. Antes se habían encontrado con muchas negativas de médicos que les decían que, siendo tan pequeña, el consumo de cannabis podría tener terribles consecuencias para el desarrollo de su cerebro. Pero la enfermedad ya había hecho estragos en Charlotte.

Sus padres comenzaron a investigar, descubriendo que ya había evidencias científicas de que el CBD disminuye la actividad química y eléctrica del cerebro, que hace que se den las convulsiones. Sorprendentemente, antes de esto Matt y Paige eran contrarios a la legalización del cannabis. Fue en ese momento cuando buscaron un dispensario que vendiera un cepa de cannabis baja en THC y alta en CBD, y encontraron a los hermanos Stanley, unos de los cultivadores de cannabis medicinal más grandes de Colorado.

La telaraña de Charlotte

Ellos cultivaban esa cepa baja en THC y alta en CBD, pero no le habían encontrado aún un buen uso. Cuando Matt y Paige acudieron a ellos, lo hermanos Stanley tampoco se mostraron muy conformes con que una niña consumiera cannabis, pero cuando conocieron la historia de Charlotte se volcaron con la familia ipso facto. Decidieron llamar a esta cepa, Charlotte’s web (la telaraña de Charlotte) en honor al famosos libro de literatura infantil firmado por E.B White.

Después crearon la fundación benéfica Charlotte’ Web, que se encarga de suministrar a enfermos graves de cáncer, epilepsia o la enfermedad de Parkinson este tipo de cannabis. Lo venden a precios muy bajos, para que todos los pacientes tengan acceso a esta medicina. A cambio, solo les piden que hagan la donación que esté en su mano. Por este motivo los hermanos Stanley son conocidos como los Robin Hoods de la marihuana.

El CBD ha cambiado la vida de muchos enfermos y sus familias, entre ellos Charlotte. Su caso ya se pone como ejemplo principal, ahora que se ha demostrado que el CBD regula los ataques de epilepsia sin causar efectos secundarios. Charlotte Figi solo recibe al día dos dosis de aceite rico en CBD con la comida. La niña solo sufre tres convulsiones al mes, a veces, mientras duerme, y ha recuperado la vida normal de una niña de su edad. Puede comer sola, hablar, caminar y montar en bicicleta. También pinta, monta a caballo, baila, esquía y hace amigos. En conclusión, es una chica sana y feliz.

Esta historia ha dado la vuelta al mundo y plantea una esperanza para más niños y niñas de todos los continentes. Muchos padres en situaciones parecidas acuden a este remedio para ayudar a sus hijos. La demanda de productos de Charlotte’s Web y otras cepas parecidas se ha disparado. Lo que estos padres y otros pacientes quieren dejar claro es que no son un grupo de fumetas que quiere colocarse. Hay que empezar a derribar estereotipos y avanzar hacia lo que las evidencias científicas están demostrando. Historias como esta abren el debate, fomentan la investigación, sensibilizan e informan a mucha gente. Historias como esta son claves para que una reforma de leyes sobre drogas sea posible.

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