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No se lo cuente a madre, la nueva línea de grinders que combina arte y practicidad

No se lo cuente a madre, la nueva línea de grinders que combina arte y practicidad

Por: Laura Rueda Activismo

No se lo cuente a madre es cutie y bizarro a la vez. Esta línea de grinders ha llegado para revolucionar el concepto actual de trituradores de marihuana. Detrás de esta marca, que acaba de nacer, está la artista Lai Zaragoza. ¿Practicidad y diseño en un objeto de parafernalia? Sí, esta malagueña llega al panorama cannábico a ritmo de trap y con una gama de colores rosa purpurina, porque ella es MUCHA. En esta entrevista nos ha contado todas sus intenciones (las buenas y las malas).

No se lo cuente a madre, la nueva línea de grinders que combina arte y practicidad

Muchas personas habrán escuchado hablar de Las Buhoneras, un colectivo artístico que se creó en Málaga y en cuyas obras siempre estuvo presente el concepto fiero y bello. En poco tiempo llegaron a templos sagrados del arte contemporáneo como el CAC (Centro de Arte Contemporáneo de Málaga) con trabajos caracterizados por un lenguaje propio: brillositud, estética tropical y mensaje transformador, entre otras muchas cosas. Aunque por la formación pasaron diferentes personas, su base siempre tuvo dos nombres: Paula Villegas y Lai Zaragoza.

Ahora las Buhoneras se toman un descanso y apuestan por sus trayectorias individuales. En estos meses Lai Zaragoza ya ha presentado su primera exposición individual, Dile a Dios que luego y durante estos días acaba de lanzar su línea de grinders, No se lo cuente a madre. Esta entrevista transcurrió por audios de Whatsapp mientras cada una de las dos desarrollaba su vida normal en estos días prenavideños. Laura Rueda formula una pregunta por Whatsapp mientras camina por las calles de su pueblo en Almería, intentando encontrar un lugar con wifi. Lai Zaragoza responde en algún mercadillo antiguo de Fuengirola, mientras busca piezas olvidadas que transformará en joyas preciosas para algún trabajo artístico. Somos así, guerreras de la cotidianidad.   

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YWS –  Con tu trayectoria artística, ¿cómo se te ocurre trabajar con el formato grinder?

Lai Zaragoza: es bastante interesante que me hagas esta pregunta porque llegó a mí de manera totalmente accidental. Un amigo me propuso que le decorara el mechero como yo me había decorado el mío. En un momento de mi vida me propuse que todo lo que estuviera a mi alrededor tenía que tener cierta magia, así que normalmente tuneo objetos. Por un impulso decidí que, en vez del mechero, le iba a tunear el grinder.

Cuando me presento ante el grinder me doy cuenta de que las partes prácticas que tiene son sensibles de ser modificadas para que parezcan otra cosa. Se asemejaba una cajita completamente inocente. A partir de ahí me doy cuenta de que es un objeto completamente pragmático, con una función bastante determinada, pero al que se le puede dar un giro y que parezca algo totalmente inocente. Y de ahí es donde nace No se lo cuente a madre. Objetos que están dentro de una cultura y tienen una función dentro de ella, pero que no parecen eso.

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YWS – ¿Cómo surge la marca No se lo cuente a nadie?

L.Z: esto fue todo como muy de a poquito. Quería hacer diferentes líneas estéticas de grinders: la de niña, una más pussy y otra más cromática, y No se lo cuente a madre iba a ser el nombre de una línea, porque La línea niña, una más pussy y otra más cromática. Y al final terminó siendo el nombre de la marca, No se lo cuente a madre.

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Para contarte cuál es el concepto sobre el que se basa tendría que contarte una historia. Imagínate que una niña con una familia con unos principios morales súper fuertes, arcaicos y rígidos comienza a consumir cannabis y a juntarse con gente no muy bien. No sé si esto será muy correcto para la entrevista, pero es así. Esta niña comienza a hacer cosas como “malas”, pero todo dentro de la estética que se supone que se tiene que tener. La gracia de los grinders es que tú desde fuera nunca piensas que es un grinder, porque se supone que esa niña, está intentando tapar ese elemento a sus padres, que no saben para qué sirve.

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Entonces siempre los decora como de una manera muy inocente, como si fuera otra cosa. (en este momento el hilo musical del lugar donde se encuentra Lai entona unos villancicos con voz angelical). Imagina que un día alguien descubriera para qué sirve realmente, entonces esta niña le diría a esta persona la frase, “no se lo cuente a madre, por favor”. Ese sería el concepto, una niña que está tapando algo porque está construyéndose a sí misma y lo está intentando ocultar.

YWS: Esto que me cuentas me recuerda a uno de últimos videoclips del grupo sudafricano Die Antwoord, Banana Brain. La cantante Yolandi introduce de forma secreta pastillas para dormir en el té de sus padres, que son muy religiosos y sale de fiesta mientras duermen con la otra parte del grupo, Ninja

L.Z: me parece bastante acertado compararlo con Die Antwoord, pero yo creo… yo creo Laura Rueda, que cuando hago el grinder me centro más en una mezcla de La Casa Bernarda Alba de Federico García Lorca y Las vírgenes suicidas de Sofia Coppola, me gusta quedarme ahí. Es una visión mucho más opresora, de luto. Es una mujer muchísimo más oprimida, con unos principios muchísimo más arcaicos y que al final quiere salir de ahí.

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Tiene su propia manera de salir, es como un poco Canino, de Yorgos Lanthimos. Como esos niños reprimidos que nacieron bajo las mismas ideas que sus padres. Imagino la escena de la niña en La casa de Bernarda Alba y en la de Las vírgenes suicidas, que creo que es una revisión de la obra de Lorca.

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YWS: ¿Por qué es interesantes para ti como artista trabajar con este tipo de formato? ¿Cuál es tu intención con esta primera tanda de grinders?

L.Z: es algo que parte de una performance que hicimos Las Buhoneras en la feria Art & Breakfast. Cuando retomo mi trayectoria como artista individual lo recupero porque me parece muy interesante. Se trata del espacio que está entre la inocencia y la madurez: la adolescencia. En esa etapa de tu vida conviven en ti inocencia, de la etapa de niña y madurez, porque quieres hacer cosas de adulta y vas con esa estética y esa actitud ante la vida.

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Esa unión, tanto mental como estética, me parece súper interesante, es un espacio que me interesa trabajar. Porque al fin y al cabo, las niñas siempre se rodean de elementos que tienen una estética infantil, pero que abordan la vida adulta: las cocinitas, el maquillaje, los complementos… La primera exposición que hago individual después de Las Buhoneras, Dile a Dios que luego, va en esa línea. También va por ahí el proyecto de los grinders. Coger un elemento que tiene un peso y una seriedad y envolverlo de una estética infantil.

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YWS: ¿Por qué llega ahora No se lo cuente a madre?

L.Z: Ha sido todo muy accidental. Me he animado a mí misma a comenzar con este proyecto y darle continuidad. Tengo bastante fe en ello porque creo que es un nicho de mercado que no está muy explotado. Tú piénsalo, es un elemento de uso común y nadie se para a pensar las posibilidades estéticas que tiene a la hora de decorarlo.

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He visto cosas publicadas con grinders. Hacen bolitas de Pokemon, pero nadie se para a tunearlos. Me parece interesante coger un elemento de uso común, como podría ser una cuchara de plástico para la cocina y decorarla, hacerla especial. ¿Por qué no podemos hacer especiales las cosas cotidianas? Eso es algo que me mueve bastante. Por ahora no pienso tunear más cosas, quiero seguir viendo cómo funciona esto de los grinders y en todo caso seguir, que evolucione, pero de una manera orgánica o tal y como a mí me apetezca. Quiero indagar más en las posibilidades que tiene esta línea de grinders y explotarla.

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YWS: ¿Qué línea estética estás siguiendo?

L.Z:  Es una línea cute, he encajado el producto dentro de una historia. Parece que lo ha decorado una niña con la intención de no mostrar lo que realmente es. La línea estética que estoy siguiendo es la que me rodea día a día. Si entras en mi cuarto encontrarás elementos que siempre están entre la línea de lo agresivo visualmente y lo cute. Me gusta mucho ese desequilibrio equilibrado, me parece interesante. Al fin y al cabo lo he aplicado a esa estética de los grinders.

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Seguir utilizando un elemento que está relacionado con algo ilegal, socialmente mal visto y rodearlo de una estética agradable a la vista, infantil. Al fin y al cabo es la línea en la que me encanta trabajar. Desde hace un año soy bastante consumidora de Instagram, muchísimo. Es un portal donde no hay límite geográfico para poder consumir estéticamente lo que quieras. De hecho ayer hablaba con Paula (Villegas, la otra mitad de Las Buhoneras) de los hashtags. Se hacen como microcomunidades en Instagram. Es un momento decisivo en el que tú catalogas algo y toda la gente que es consumidora de lo mismo, sin tener límites geográficos, puede acceder a lo que has colgado. Sin tener en cuenta lo trascendente que sea, puede ser consumido en cualquier lugar. Me parece muy interesante.

YWS: ¿Cómo lo relacionas con influencias presentes en tu vida como la electrocumbia o el trap?

L.Z: soy bastante consumidora de la cultura trap. No sabría definirte su estética, pero filtrando mucho también me da la sensación de que ha alimentado bastante a este proyecto, porque es algo que está en la fina línea de lo terrible y lo maravilloso. Completamente. Me encanta cómo las mujeres traperas utilizan esa estética tan delicada y, al mismo tiempo, te están hablando de cosas súper fuertes, muy agresivas.

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También he descubierto a mujeres en Instagram que siguen esa línea, como es Macy Daisy, que es mi gran influencia para este proyecto. Ella va mucho también en esa estética, imágenes agresivas con elementos mega cute, donde el color pastel es la base de todo. Trabaja mucho en esa línea, ¡me encanta! Y sí, podría considerar que está dentro de la cultura trap.

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Me parecen muy interesantes los roles que hombre y mujer toman dentro de esa cultura. Los hombres son más agresivos y las mujeres, con ese mismo lenguaje, adquieren una estética un pelín más delicada, pero no por ello suavizan sus mensajes, siguen siendo igual de agresivos. Todo es un uno. No sé si fue primero el huevo o la gallina. Si ya vengo con la estética cute desde mi etapa de las Buhoneras porque me dejó embelesada y a partir de eso lo he ido alimentando con cosas que he descubierto después como son Instagram y la cultura trap. O fue algo que estaba en mí y se ha ido complementando con todo eso que he visto. Lo cierto es que estoy enamorada de esa estética y de ese doble lenguaje continuo.

YWS: ¿Por qué has elegido Instagram como canal para promocionar No se lo cuente a madre?

L.Z:  en el mundo que vivimos ahora mismo sería poco consciente no estar en ese tipo de círculos sociales. Si quieres vender un producto, no puedes obviar las posibilidades que tienen las nuevas plataformas. Todo lo nuevo se mueve por ahí. La gente tiene más acceso a ellas y por lo tanto a tu producto, si lo mueves por ahí.

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La plataforma básica va a ser Instagram porque es una red social que bebe de las demás redes. Ya puedes tener una conversación por Instagram. Al igual que Snapchat, ya puedes crear una historia por Instagram. El tema de los hashtags empezó en Twitter y ahora está más fuerte en Instagram. Aparte, qué mejor red social que esa para vender algo. ¿Un blog? ¡Aquello ya murió hace mucho tiempo! Sé que la gente que va a consumir mi producto está en Instagram.

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