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Música y Psicodelia IV

Música y Psicodelia IV

Por: Ruido Rojo Cultura

En el pasado capítulo quedaba claro cómo la marihuana influyó en parte de esa generación de músicos que llevó el jazz a otro plano. La mary jane ayudó a nivel creativo a los Jazzman de la época para expandir su visión musical, experimentar y probar nuevas mecánicas que terminarían asentando un sonido y un estilo. 

Al terminarse la ley seca y comenzar la gran depresión en 1929, los músicos de Chicago se fueron a Nueva York. La yerba en Harlem no era de tan buena calidad. Tal era la importancia de esta sustancia para la comunidad Jazz, que Mezzrow, del que hablamos en el capítulo anterior, la traía desde Méjico. De esta manera, se convirtió en camello de sus colegas Jazzman, aparte de músico cuestionado.

Con el tiempo, Mezzrow diversificó su negocio de drogas y empezó a distribuir opio. La policía lo detuvo, ya que el gobierno de  los EEUU empezó a perseguir todas esas actividades junto con el narcotráfico de marihuana por parte de los mejicanos. Así, se dañaba la imagen que los Jazzman transmitían a la juventud blanca americana. Muchos de los grandes de la época fueron perseguidos y encarcelados. Otros, directamente fueron víctimas de la normalización de las drogas y el alcohol en su vida, provocando la muerte en muchos casos. El Jazz quedó golpeado, pero consiguió resucitar con otra visión mediante la revolución del bebop, impulsada por otra droga: la heroína.

Música y Psicodelia IV
Charlie Parker

Los artistas negros se fueron cansando progresivamente de tocar en Big Bands o Swing, un género que disfrutaba la mayoría blanca. Con la incorporación de muchos soldados para la segunda guerra mundial, las bandas quedan desestructuradas. De esta manera, entra savia nueva durante los años 40 en el circuito del Jazz. El Swing no dejaba margen para mucha creatividad a los jóvenes músicos solistas, ya que los arreglos de los instrumentos dependían de la melodía. Esto encorsetaba la creatividad.

Por aquel entonces, tenemos a un novato Charlie Parker, integrante de una banda de Swing que empezaba a hacer gala de su gran talento. Se percató de que podía improvisar de una manera libre tan sólo con los acordes de la música, sin estar atado a la melodía del tema. Este hecho fue forjando un estilo nuevo, el bebop, un género para fluir a través de la improvisación y con esa tendencia al caos controlado.

En esta labor de desligarse de estructuras más rígidas, la heroína y otras drogas tuvieron un papel clave. Muchos en esa época consumían sustancias para tocar y mimetizarse con la música. Eso les llevó a una persecución por parte de las autoridades. Para el estado, el Jazz se había convertido en un problema y había que endurecer su persecución. La policía amañó pruebas e incriminó a gente como Thelonius Monk en 1951, al introducir heroína en su apartamento para apartarlo, al igual que hizo con otros cuantos.

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Thelonius Monk

Charlie Parker fue un gran consumidor de esta droga, tanto que por aquella época se pensaba que no podía tocar si no estaba colocado, porque para él no estar colocado era estar enfermo. Alcanzó la fama con Dizzy Gillespie con grandes colaboraciones conjuntas que hicieron que el bebop fuese respetado a nivel artístico, mitificado por la generación Beat. Pero Charlie Parker fue cayendo en el agujero de las drogas y el alcohol que él había abierto para viajar y expandir el sonido del Jazz, muriendo muy deteriorado por el uso de la heroína.

Otro gran trompetista que cayó en el influjo del crack para potenciar e inspirar sus visiones y sensibilidad musical fue Chet Baker. Músico que alcanzó el éxito y el olvido total, terminando muerto en los ochenta. Trasladó la herencia del bebop al  Cool Jazz de la costa oeste durante los años 50. La película documental “Let’s get lost” (1988), narra su vida con una cuidada producción, donde se ve el paso de los años de Chet Baker y una visión íntima del mundo del Jazz. 100% recomendada desde aquí.

Durante esos años cuarenta y cincuenta, numerosos Jazzman estaban influenciados en su música por el estímulo de las drogas, y en especial, de la heroína. Tras la muerte de Charlie Parker y Billie Holiday, el Jazz y las drogas estaban en el centro mediático. Eso sí, estas resultaron fundamentales, bien para desarrollar la imaginación y la creatividad o bien calmando las tensiones internas para hacer fluir ese sentimiento que los Jazzman infringían a su música.

Un superviviente de esa época que tiró de todo tipo de drogas para marcar una época es Miles Davis. Como Charlie Parker, uno de sus maestros, fue otro enganchado al crack, al igual que sus compañeros de la década de los 50, pero él era más escéptico con todo eso de que gracias a las drogas podías tocar mejor y fluir con el sonido. La relación de Miles con las sustancias fue tormentosa y a menudo destructiva. Decía el mismo:

 “Todo estaría en orden si pudiese dejar esta adicción de mierda”

 Lo cierto es que la naturaleza de Miles le hacía consumir no para fomentar su creatividad, sino para entrar en contacto con algo dentro de sí mismo. Él decía:

 “La música está estrechamente ligada a la espiritualidad, a los sentimientos. Pero también las drogas están relacionadas con el espíritu y los sentimientos. A veces cooperan, a veces se combaten. Siempre hay tensiones entre ambos”

Esto resume bien el significado de la relación entre la música y las drogas en su versión más pura y ancestral. Tal vez necesitaba encontrar el significado de sus misterios internos a través de las drogas, de ahí que fuese un ávido consumidor de varios tipos. De la heroína en los 50 pasó a la coca,  su droga favorita durante toda su vida. Muchas de sus creaciones durante esos años giran alrededor de esta sustancia. No le molaba la yerba, de la que renegaba, pero llegaron los 60 y el LSD. Miles tomó nuevas direcciones e irrumpió otra nueva era del Jazz, el Acid Jazz, del que fue el padre. El ácido lisérgico poseyó la trompeta de Miles en un sonido que se expandía hacía el espacio conjugado con la psicodelia que empezaba a emanar a mediados de los 60, que plasmaría en trabajos como Silent Way o Bitches Brew.

En aquellos años colaboró con Hendrix, Grateful Dead, Santana o Chick Corea. En estos discos la trompeta de Miles se adentra en territorios más inexplorados a través de la experimentación de nuevas estructuras más libres con improvisaciones complejas y profundas, que se entrelazaban como algo chamánico. Miles Davis va trazando un viaje a través de esa espiritualidad inquieta, donde las drogas le hacían sumergirse en sí mismo para guiarnos y descubrir nuevos terrenos musicales a los que sólo Miles Davis podía llegar. Se decía que “Tocaban música pensada para el cosmos”. Los discos de esta época tuvieron una gran influencia sobre los artistas de la época, ya que gracias a las puertas que Miles abrió, la música se expandió hacia otros terrenos.

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